viernes, 12 de septiembre de 2014

True Detective: el universo comiquero tras la serie del año (Contado a Laura Bale)

Recupero para este blog unas breves explicaciones que realicé a mi conocida de Twitter Laura Bale. En ellas hablo de los orígenes (una parte de ellos) que leía Nic Pizzolato en su adolescencia y que sembraron peligrosas ideas en su mente. No hay nada más difícil de matar que una idea, y con estos mimbres, su talento, y mucha televisión dio forma al acontecimiento seriéfilo de 2014.

Mi intención no es en ningún momento profundizar en los miles de aspectos de True Detective, pues considero que ya hay suficientes artículos de gran calidad por la red de mano de gente más dedicada que yo. Tampoco, ni mucho menos, quitarle ningún mérito a la serie en pro de concedérselo a Alan Moore. Las influencias son eso, influencias. Si alguien analizase las influencias del barbudo en mi novela "El hombre Uróboros" se lo pasaría en grande. Y de esto se trata el hablar de series y cómics con gente interesada e interesante, de pasárselo en grande:


Leí que [Pizzolato] creció entre cómics. No sé cuánto sabes sobre ello, pero el caso que nos ocupa es notorio. Alan Moore, el mago de Northampton conocido principalmente por ser el genio creador de "Watchmen" y "V de Vendetta" entre otras muchas obras maestras, es seguramente el escritor de cómics más popular, interesante y mejor valorado de la época moderna. Tras destacar en Inglaterra con "V de Vendetta", sus servicios fueron requeridos por la gigante DC Comics a mediados de los ochenta para revitalizar una colección de tercera fila, las del personaje clásico "La cosa del pantano". Este no era más que un monstruo al estilo "La criatura de la laguna negra", así que Moore recibió libertad total a la hora de enfocar el personaje. Cerró las líneas argumentales del guionista anterior y lo desarrolló de cero, así como su origen y el estilo literario que adaptaría la historia. En sus manos, La Cosa se convierte en un personaje profundo, que debate sobre la naturaleza del bien y el mal y sus viñetas tratan cuestiones filosóficas, divinas y humanas con lo mejor de la literatura inglesa y el gusto a serie B tan presente en los personajes de la saga. Entrando más en materia, La Cosa es (era) un humano cuyo cuerpo se quemó y se regeneró en el pantano. Ahora está hecho de tierra y musgo y es mutable, de modo que puede fundirse con la naturaleza, multiplicarse, etcétera. De ahí que su cara tenga cierto parecido con el retrato robot del Spaguetti Monster de True Detective. A mi modo de ver, el guiño es evidente. También es interesante que ambas historias sucedan en la espesura pegajosa del Bayou de Lousiana. En cierta saga del cómic, Moore introdujo al detective John Constantine. Rubio, fumador, cínico, delgado, traje gris pegado al cuerpo y espiritista, al menos con capacidades extrasensoriales (y físicamente basado en Sting). Las personalidades de John y Rust no son un calco una de otra ni mucho menos, pero sí que tienen algunos paralelismos y estoy seguro de que Pizzolato creó a Rust a partir de John. Este detective pronto se extrapoló a otras colecciones de DC y protagoniza "Hellblazer" la colección más longeva del sello. En ella se publicaron inolvidables historias de manos de autores como Jamie Delano, Warren Ellis y muy especialmente el irlandés Garth Ennis, autor de "Predicador", cuyo futuro proyecto en HBO puede darnos muchas horas de satisfacción. En 2004 hubo una lastimosa película con Keanu Reeves y pronto veremos una serie de mano de NBC. En esta saga en la que se introdujo al detective, "American Gothic", los personajes investigan ciertos crímenes de naturaleza oscura para acabar en una batalla colosal entre luz y oscuridad con un estelar despliegue de personajes de segunda fila del sello y grandes monólogos filosóficos que concluye con un equilibrio universal. De hecho, el diálogo final entre Rust y Marty está directamente sacado de otra colección de Alan Moore, "Top Ten". But if you ask me, light is winning... La otra influencia clara de Moore en TD es (¡cómo no!) su obra maestra de 1999, "From Hell". Este megatón en blanco y negro narra los asesinatos de Jack el Destripador basándose en una teoría proscrita por la monarquía inglesa, con un gran trabajo de investigación por parte del autor (que requiso ayuda de amigos como Neil Gaiman), recreando conversaciones y testimonios recogidos durante el caso real y dotándolo de una extraña fuerza mística que envuelve los actos del presunto ejecutor. Al igual que en TD, Jack actúa bajo las órdenes (o delirios) de una deidad oscura a la que ofrece sacrificios. Donde TD apela a Lovecraft y sus anteriores, "From Hell" lo hace con los ritos masónicos. Detrás de todo eso, en ambas historias, solo hay oscuridad y la maldad más cruel. Nada más. Mi reflexión es la siguiente: El mal es necesario como origen de todas las historias, entendiendo todo conflicto como manifestación del mal a mayor o menor escala. En estos relatos de naturaleza tan cósmica, los autores apelan a las deidades más antiguas para enmascarar actos que cometen personas muy reales. Son conscientes de lo atractivo de un antagonista intangible, omnisciente y más primigenio que el propio universo, pero a la hora de limpiar la sangre de las paredes, el rastro conduce inequívocamente al callejón de la esquina. El ser humano, tanto como origen de ese mal como siendo solamente su brazo ejecutor, es el coco detrás del disfraz. No puede ser de otra manera, no debe y así deben contarse estos relatos, que son lo mejor de compartir mundo con él.

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