martes, 27 de enero de 2015

Birdman o La infravalorada capacidad de aplaudir con la polla


  S I N O T E H A G U S T A D O B I R D M A N
N O T E V A A G U S T A R E S T A C R I T I C A
  D E J A D E L E E R A Q U I P O R F A V O R

De hecho, si algo bueno lleva es la posibilidad de cerrar la pestaña y saltar a cualquier otra crítica que se amolde a lo que quieres leer, que no te vaya a incomodar en el asiento. Jamás querría tal cosa, créeme. Hecha la advertencia, doy por eliminado un alto porcentaje de potenciales lectores. Sigamos. Otro alto porcentaje estará molesto con el gratuito lenguaje soez del título que no deja de ser un aun más soez juego de palabras con "Birdman o La inesperada virtud de la ignorancia". Lo es. Quisiera decir algo más al respecto.

(Dirigiéndose al público).

Ahèm.


POLLA POLLA POLLA 
COÑO COÑO COÑO

Ahora podemos seguir los pocos que quedamos. De verdad, si os incomodan las referencias gratuitas a los órganos sexuales, aun estáis a tiempo de salir de aquí, porque es posible que haya más. 




La razón es que Birdman es una película de concepción y arquitectura fálica por muchos motivos: es una maravillosa oda al narcisismo, al afán de realización personal y a la necesidad que tiene uno mismo de ser aceptado, admirado y amado por los demás. De lo que extraemos qué:


Uno mismo = Polla
Los demás = Coño

Aquí, Uno Mismo hace referencia a Riggan Thompson, que así se llama el personaje que interpreta Michael Keaton. Es también la prolongación en pantalla del director, Alejandro González Iñárritu. Riggan es La Polla. Bien, todos sabemos el ejercicio de metacine realizado al darle el papel a Keaton. Él fue el Batman de las dos películas de Burton en 1989 y 1992, rol en el que gozó de gran popularidad pero tras el cual su carrera cayó en el olvido. Es la misma situación en la que se halla su alter ego Riggan, que fue Birdman por tres películas en los años 90. Veinte años después, con el cine de superhéroes en su cumbre de éxito comercial, se desvive por sacar adelante una obra de teatro profunda sobre el significado del amor. De esta forma, Los demás, el gran público que le dio la espalda tras encumbrar a Birdman es El Coño, el objetivo al que agradar, en el que buscar esa comprensión y afecto deseados. El esfuerzo de Riggan es encomiable, pero no basta. Nunca basta. El metaejercicio es brillante aquí: el público que va a ver su obra encuentra su extensión en el mundo real, siendo nosotros partícipes de (queremos pensar) los denuedos de Keaton por darnos fuerte en la cabeza para que percibamos su existencia y los de Iñarritu para que apreciemos la (notable) calidad de su película y, por ende, de su valía como creador. Esto es muy fácil de hacer y lo vamos a ver a continuación:

En un mundo razonable, Birdman sería la película candidata al Oscar principal durante diez ediciones consecutivas y Michael Keaton sería mundialmente famoso por ser la imagen de una nueva franquicia que llena Nueva York de rascacielos con la forma de su falo. 

Es sencillo. Es, efectivamente, una muy buena película por los apartados a destacar:


  • Dirección y puesta en escena: Maravillosa, a base de falsos planos secuencia por los entresijos del mundo de teatro, saltando a donde está la acción y gracias a los que vemos escenas de una técnica brillante.
  • Interpretaciones: De nuevo un 10 en este apartado. No sólo Keaton hace el papel de su carrera (Christian Bale quizá sea mejor Batman, pero la interpretación de Michael aquí no la huele Bale en mil años), también Edward Norton, Naomi Watts, Emma Stone y Zack Galifianakis lo bordan. Y esto es posible gracias a...
  • Guión: Muy en la línea de diabluras autorreferenciales y "cine sobre cine" como El juego de Hollywood o Adaptation (El ladrón de orquídeas), el libreto es sólido y lleno de diálogos y momentos originales y memorables.
  • Sentido, mensaje: Implícito a lo largo del artículo.

Existe un pequeño problema: Es una película. Sólo una película. Y se acaba (incluso con demasiado metraje hacia la parte final) y tú sales del cine extasiado, o contento, o aburrido, o enfadado, y te irás a casa, la recomendarás para bien o para mal, y te irás olvidando de ella y de su megalómana profundidad, de su fálica intención de penetrar tu mente y sembrar una peligrosa idea. O muchas. Y entonces Birdman será un absoluto fracaso. Y para impedir esto, hay que hacer que sea mucho más que una película. Hay que meterse dentro. Hay que ser Riggan. Hay que ser Birdman.




*redoble*

Empiezas. Hay una escena de un meteorito surcando amenazante la atmósfera, peligrosamente cerca del planeta. La humanidad está en peligro, pero no pasa nada porque tú eres Birdman, el mejor superhéroe de la historia, y todos están a salvo contigo. Hasta que cuelgas la capucha porque te has cansado de serlo, y todos te dan la espalda. Ya no te quieren. ¿O acaso lo hacían antes, Riggan? ¿Estás seguro? Ese disfraz de hombre-pájaro te hacía realmente atractivo. Pero no te preocupes, aun te queda mucho dentro. Cuidado, eso sí, con tus nuevos enemigos: el ostracismo, la vuelta a la realidad, la soledad, la familia y, sobre todo, esa incómoda voz que has empezado a escuchar en tu cabeza.

Pasan veinte años. Rondas los sesenta, Riggan. ¡Sesenta! Y sigues vivo, pero de aquella manera. ¿No me hiciste caso, tío? Te has separado de tu mujer por hacer el gilipollas y tú hija es una (bella) ex-drogadicta a la que has dado un trabajo en la producción de tu obra de teatro. Estás adaptando a Carver. De qué hablamos realmente cuando hablamos de amor. Vaya. Qué pretencioso. La humanidad pierde el culo por la última entrega del superhéroe de turno (hay una cada mes) y tú haces ¡Teatro! Eres único. Y todos tus colegas de Hollywood, esos actores con los que te codeabas, andan calzándose mallas y saltando por los tejados. Reventando taquillas y cobrando millonadas. Y tú vienes a diseccionarnos el amor. Buena suerte.

Riggan, recuerda esa frase que tienes en el espejo de tu camerino, por favor. "Una cosa es una cosa, y no lo que digan de esa cosa." Tú no eres una cosa, tú eres Birdman. Nadie lo sabe, pero nunca has dejado de serlo. Mueves cosas con las manos. Puedes volar. La música suena y se detiene a tu voluntad. Podrías desintegrar ese meteorito de un pollazo, porque tu polla es tan grande que no cabe en el teatro que has alquilado para diseñar una producción que te va a costar la casa de la playa que iba a heredar tu hija. Pero te empeñas en vivir una vida gris, camuflado entre estos mediocres seres humanos que van a ver tu obra en traje y corbata como si fuesen alguien. ¿Por qué sigues buscando su aprobación como un vulgar Prometeo a pesar del dolor que esto te causa? Dale la vuelta. Tú debes ser el águila que se coma las entrañas de Prometeo. Eres Birdman. Cómetelos vivos.




Empieza por tu amigo actor al que has dado un papel tan importante, ese pringado de El club de la lucha. ¿Edward Norton? No es más que la enésima representación de los malnacidos cabrones hijos de puta que estudiaban el día antes y sacaban un diez, los caras bonitas que se llevaban a las chicas de calle con su carisma. Y tú le das una escena en la que se tira a tu mujer (en la ficción) y no contento con ello le permites mostrar su mastodóntica polla empalmada al público. No tiene ni la mitad de tu talento y se lleva el doble de atención de la crítica. Y de tu hija, por cierto. Emma Stone. Bonita chica. ¿Sabías que en la vida real sale con otro pringado que viste mallas? Y no uno cualquiera, sino el último Spiderman. A ese le das una paliza con la polla atada a la espalda. No fuiste un buen padre, asúmelo. Nunca estabas allí porque eras Birdman. Ten los huevos de estar aquí y ahora, cabronazo. 

Vas tan sobrado que te permites muchos lujos. Homenajeas a Mulholland Drive dándole una escena lésbica a Naomi Watts. Enseñas una pistola en el primer acto para que esperemos que se dispare en el tercero. Finísimas críticas a las películas de superhéroes, cine para empalmados, tomad polla. En época de grandes compositores de música sinfónica, tu película se basa en agotadores ritmos de batería (excepto cuando se trata de mostrarte volando, ahí pones música clásica. Eres tan listo). Y la última sacada de polla es tan magnífica que no quiero desvelarla: sucede justo antes del final. Hay que tener narices para mostrar eso, y tú las tienes. Todo elogio es poco. La producción es un éxito y tu polla, fuera de toda escala, se eleva imparable en las alturas, lista para encontrarse con el meteorito y salvarnos a todos. Que suene Free Bird, alguien tiene que pinchar el solo de Free Bird, por Dios,  y vuelas, vuelas como nadie ha volado nunca. Vamos, Birdman.




Pero quizá no lo merezcamos. Ya es casi la hora de dormir. Tú público ya ha cenado viendo las noticias y está hablando con sus seres queridos. Tu representación va perdiendo fuelle y mañana no será más que un recuerdo. Estoy de acuerdo en que debería enseñarse en las escuelas una asignatura de Análisis y apreciación de la profundidad en el arte. Y que tuviese una repercusión REAL, y cuando digo REAL quiero decir TANGIBLE, como educación y como sistema de valores. Donde las inquietudes fuesen estudiadas para poder satisfacerlas tanto como las necesidades y los artistas fuesen valorados por lo que son y dan al mundo a partes iguales. Pero ni un superhéroe como Birdman puede cambiar el mundo desde su inicio.

Así que nos vas a sacrificar. Ya has tenido suficiente de seres humanos, de eso que llaman amor. No lo entiendes, no lo tienes, no sabes lo que es. Si no pueden comprenderte, no pueden quererte. Me parece muy bien, sabes que te apoyaré siempre. No vas a detener el meteorito, todos moriremos y tu polla, que ya se puede contemplar desde el más remoto rincón del universo, será lo único que quede en pie. Espero, de verdad, que aprenda a aplaudir. Ya puedes masturbarte bien, que es lo único que te queda ahora. Porque te has olvidado de eso, de eso que afirma sentir un gilipollas que tiene de fondo de móvil a otra gilipollas que tiene a su vez de fondo en su móvil a otro gilipollas que viste mallas y se tira en la vida real a tu hija en la película. Te juro que me jode tanto como a ti, Riggan, pero cuando no queda nadie para aplaudir quizá sea momento de bajar el listón y dejar de tenerla TAN dura. Y ese Coño al que denominas humanidad sea un círculo mucho más pequeño, microscópico, al que valga la pena cuidar. Sacúdete los delirios de grandeza, y vigila ese brote de esquizofrenia. No eres TAN interesante, porque el interés no lo mides tú. No hay forma de escapar de uno mismo. Aceptado esto, es más fácil llegar a gustar por constancia que esperando que se percaten de tu infinita genialidad.




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