Artículo nº3, “Veintiocho caracteres se nos quedan
cortos”, publicado el 21/3/2010
“La casa se había convertido en un caos. Tres siempre
es multitud. Y no hablo de que viviésemos los tres juntos, ¿eh? Para nada. Pero
esas cosas se notan. Cuando hay una presencia de más, todas las casas están
encantadas. Y no para bien.”
Antonio León Valera
desgrana vagamente sus pensamientos apoyado en la pared, mientras los
fotógrafos adecentan su sala de estar para la sesión. La pareja de moda se ha
mudado al piso de ella, en un céntrico barrio de Madrid, porque según Antonio “ir y volver de Gijón cada semana era un
coñazo. Además, Gloria es más conocida y tiene más dinero, así que su piso es
mucho mejor. Básicamente es eso.”
Gloria y Antonio se
adecentan para posar. Nada de ropajes ostentosos, nuestra intención es cazarlos
tal y como se pasean por casa mientras componen su sustento en forma de canciones,
discuten la cena o procrastinan un domingo. Las guitarras españolas, eso sí,
son obligatorias. Uno de los iluminadores sugiere, medio en broma, que posen
desnudos con las guitarras delante. Antonio se ríe, se lo piensa, mira a
Gloria. La deidad escandinava menea su rubia melena en un gesto perfecto. No.
La negación trae un viento helado directamente desde Noruega que abate los
ánimos de todos los trabajadores aquí presentes. Los corazones se congelan.
Antonio se cruza de piernas para disimular una desafiante erección. Dándome
cuenta, distraigo a los fotógrafos con cualquier tontería para darle al
cantante un minuto para recomponerse. Con todo en su sitio, la sesión transcurre
sin grandes incidentes.
Antonio, paradigma
del espíritu roto y cansado, desborda felicidad. Salta sobre el sofá con la
camisa abierta empuñando la guitarra como todo un guitar hero (nota del traductor: héroe de guitarra). Gloria no se
desata. Mantiene su calculada frialdad y
nunca pierde su enigmática mirada. La sonrisa es tenue, pero ahí está. Los
corazones vuelven a bombear sangre. Finalizado el trámite, la extraña pareja se
sienta para la entrevista. En la humilde opinión de este que escribe, cualquier
foto que se les haga se valorará en base a como luzcan la melena rubia y los labios
rojos de Sommersen. Incluso aunque no mire a cámara. Poco importan los
esfuerzos de Valera por intentar mostrarse atractivo y vivaz ante la cámara,
cosa que, seguro, pocas veces ha tenido oportunidad de hacer. Juzguen los
lectores las fotos que acompañarán este reportaje.
¿Qué
tal os trata Madrid?
(ANTONIO): Bueno, se puede decir que bien.
Yo todavía tengo que acostumbrarme a vivir aquí, con tanta gente, tráfico y
eso. Como te dije antes, lo mejor por ahora es no tener que coger el coche o el
tren cada tres días. Esto lo digo ahora, cuando toque entrar al estudio ya
veremos.
(GLORIA): Yo llegué aquí con diez años de
Dinamarca, así que te puedes imaginar. Eso sí, nunca llegas a acostumbrarte.
Aunque ahora es distinto.
(ANTONIO): Hombre, yo ya tenía mi piso por
aquí, ¿eh? Mucho menos céntrico y acomodado, pero lo tenía. Nada comparable a
esto, desde luego. Aquí sales a la calle y entras a cualquier bar, y con una
cerveza te plantan delante unas tapas que puedes darte por cenado dos veces.
¿Cómo voy a decir que Madrid me trata mal? También es que el momento no puede
ser mejor.
Se os
ve muy compenetrados, musical y personalmente.
(ANTONIO): Totalmente. Se trata de un
momento dulce y hay que aprovecharlo.
(GLORIA): Cuando dos personas que se
dedican a la música encajan, lo demás viene rodado. Es muy fácil componer
juntos. Me gustaría pensar que la mayoría de gente que consume nuestras
canciones lo hace porque le gustan de verdad y no sugestionado por el morbo que
intenta vender la prensa sobre nosotros, pero en fin. Nos sale de forma
natural, así que lo grabamos y editamos. Y cuando tengamos cincuenta años, a
reeditarlo. (Ríen).
Me
intriga saber cómo os conocisteis. Gloria, tú eres conocida en España desde finales
de los ochenta, pero Antonio sólo lleva unos pocos años en el candelero.
(ANTONIO): ¿Tantos ya? Joder, tengo que
hacer algo con mi vida (Risas.)
(GLORIA): Teníamos un amigo común, un
músico de sesión que nos puso en contacto. Antonio me mandó un email hace ocho
o nueve años, yo estaba entonces grabando en Estados Unidos, y hablamos de
música. No fue una relación constante. Meses después de volver a Madrid,
tocábamos en el mismo sitio. Nos encontramos por casualidad. Retomamos el
contacto y surgió la oportunidad de colaborar en una canción. Era muy fácil,
porque nos gusta casi lo mismo y tenemos las mismas influencias. Hemos sido
buenos amigos desde hace mucho, sí.
(ANTONIO): La primera vez que la vi tenía
yo catorce años, en su primera actuación en televisión. Ella ya tenía veinte, y
pensé: “woah…”. Seguí toda su carrera, claro. Yo todavía estaba aprendiendo a
tocar. Llegar a conocerla y tocar juntos fue cómo “Ya está, ya he hecho lo que
he venido a hacer en esta vida.”
Sin
embargo, ahora sois mucho más que amigos.
(GLORIA): Las cosas pasan.
(ANTONIO): Es así. Hemos finalizado otras
relaciones para empezar esta. Creemos que es algo que vale la pena, algo por lo
que apostar. Para bien o para mal, Gloria lleva conmigo mucho tiempo y es algo
que me gusta y quiero que dure.
Sé
que no os gusta hablar de ello, pero sois una pareja famosa por muchos motivos
aparte de la música. ¿Cómo encajan vuestras ex parejas esta popularidad?
(ANTONIO): Depende de lo que consideremos
ex – parejas. En cualquier caso, por definición, poco importa lo que puedan
pensar. Es decir, ellas también tienen sus parejas actuales y a mí no me ha
preguntado nadie qué me parece. Que es lo normal, claro.
(GLORIA): Todos tenemos relaciones, más
cortas o más largas. Que nosotros ahora seamos más conocidos no debe afectar. Y
antes de que lo preguntes, que os encanta preguntar… Con Isaías está todo bien.
No hace falta aclarar más, porque entraríamos en asuntos privados.
(ANTONIO): Eso es.
No
son pocos los seguidores vuestros que se dedican a buscar mensajes ocultos en
vuestras canciones, o en los últimos libros que ha publicado Isaías. ¿Qué
pensáis de esto? ¿Lo alimentáis, aunque sea inconscientemente?
(GLORIA): No, no queriendo, al menos. Lo
que pasa es que nuestro trabajo es grabar canciones, y para escribir letras
necesitas inspirarte. Es más fácil hablar sobre tus pensamientos y las cosas
que te andan por la cabeza. Nada más.
(ANTONIO): Todos los autores hablan sobre
sí mismos, tenemos este jodido universo propio y no lo haríamos de otra manera
porque no sería honesto. Ahora, las pajas mentales que se monte cada uno son
exclusivamente asunto suyo. Yo escucho a Nick Cave y pienso “Joder, este tío, cuanta
tralla lleva en la cabeza”, pero si un día le tengo delante lo último por lo
que le voy a preguntar es por lo que quiso decir en tal o cual canción de la
que igual ni se acuerda. Y esto se puede hacer con casi cualquier autor.
Así
que nunca habéis modificado ninguna canción por ser demasiado explícita.
(ANTONIO): Bueno, tampoco es eso. Si que
hay veces que escribes algo con toda la emoción, del tirón, y cuando la
analizas en frío dices “Hostia, aquí me estoy pasando tres pueblos”. Entonces
sí, a veces cambias algo para no hacer daño a nadie.
(GLORIA): Cuando pasas épocas de cambios
sentimentales tan drásticos te apetece desahogarte, y la inspiración sale en un
90% de ahí. No voy a cantar sobre qué bonito es el amanecer y punto, lo que me
sale es hablar de lo que siento viendo ese amanecer. O lo que sea, me da igual.
Los cantautores por lo general hacemos canciones tristes y coñazo, no vamos a
cambiar ahora.
(Ambos ríen).
(ANTONIO): A mí me encanta ser un cantautor
coñazo. Que me paguen por llorar mis penas es algo que ni soñaba cuando estaba
aprendiendo a tocar la guitarra.
Bueno,
antes de cambiar de tema, quisiera preguntaros si habéis leído la última novela
de Isaías; “Los ojos de la Gorgona”. Trata de un cuarentón afrontando el final
de una larga relación sentimental.
(ANTONIO): Yo no la he leído, lo siento. (Pausa). He leído otras suyas, porque me
gustan. Ahora se me hace un poco difícil y tal, pero ya la leeré. Seguro que
está bien.
(GLORIA): Es buena, es muy buena. Como
siempre. Si me vas a preguntar si me veo reflejada o lo que sea, te diré que
no. Obviamente algo pintaré, no vamos a engañar a nadie a estas alturas cuando
la situación es pública, pero los detalles personales ya los comenté con él y
está bien así. No hay ningún ánimo de lanzarnos pullas, ni yo en mis canciones
ni él en sus libros. El desahogo es algo necesario, como ya he dicho. Y esto es
todo lo que voy a decir del tema, si quieres saber algo más se lo preguntas a
Isaías.
Hay
mucha carga sexual en vuestros discos. No de forma explícita, pero se percibe.
Supongo que es deliberado.
(ANTONIO): Sí, supongo que sí. Nosotros
siempre estamos enamorados. Los cantantes, escritores y autores en general. Es
imposible que el sexo y el romance no estén presentes en lo que hacemos. Y
tenemos la libertad para decir lo que queramos. Si yo quiero escribir una
canción sobre una chica que me gusta mucho, lo normal es que acabe excitado.
Pues eso se nota en la letra, en la forma de cantar, e intento que también en
la música. Sólo me falta tocar mejor, o fichar a alguien que sepa. (Risas).
(GLORIA): Durante mucho tiempo las mujeres
artistas no podían expresarse con total libertad, especialmente sobre sexo. Yo
tengo la suerte de poder hacerlo y que me resbalen las críticas. Lo hago porque
me gusta, porque nadie me lo impide y porque si así puedo tocar un poco las
narices de la gente a la que le moleste eso, mayor premio no me puedo llevar.
(ANTONIO): Y de paso les rindes homenaje a
las que no pudieron hacerlo antes.
(GLORIA): Exactamente. Sigue habiendo
muchos conservadores en este país, y otras cosas que me voy a callar. Mira,
aquí va una idea para el próximo disco. (Risas).
La
proporción de mujeres cantantes respecto a hombres en España sigue siendo muy
pequeña, al menos en los sectores del rock y del indie. ¿A qué creéis que se
debe eso?
(ANTONIO): A que los aficionados al rock
son unos momias anclados en el pasado.
(GLORIA): … y, siguiendo el razonamiento de
Antonio, los seguidores del indie son un sector muy ecléctico, muy cambiante.
No somos tan pocas chicas, lo que pasa es que estamos más escondidas. Lo que
pasa es que si haces caso a la televisión, casi todas las mujeres que cantan se
mueven en circuitos puramente pop, del rollo comercial, de discográfica. Pero
por suerte hay vida más allá.
(ANTONIO): El país aun sale del atraso
cultural que hubo décadas atrás, y eso se refleja en cosas como esta. Pero sí,
en general las chicas siempre han tenido menos afición por estas cosas. Me he
chupado miles de conciertos de rock y otras cosas y el público que va es
mayoritariamente masculino, aun hoy en día. Pero bueno, es así y punto, de eso
no hay que extraer ninguna conclusión para meterse con los chicos ni con las
chicas. Si se sigue por ese camino, se acaba llegando a decir alguna tontería
muy gorda.
(GLORIA): Es que yo no creo que se deba
seguir haciendo distinciones entre hombres y mujeres. Hay músicos y autores más
interesantes que otros, y tipos de público diferentes. ¿Qué nunca verás una
cuadrilla de chicas en un concierto de Iron Maiden? Pues a lo mejor no en los
ochenta, pero ahora es más probable. Lo que pasa es que hay mucho menosprecio y
mucho prejuicio por parte del público. Si una chica guapa sale a cantar
canciones con una guitarra, antes de que empiece ya se oyen murmullos. Que si
está buena, que si está ahí por chupársela a alguien, que si va a ser un
coñazo. ¡Callad ya, idiotas! Si ni siquiera le habéis dado una oportunidad. Y
lo peor es que estos comentarios vienen tanto de hombres como de mujeres. Así
no vamos a ningún sitio. En ese sentido me quedo con Patti Smith y sus dos
ovarios bien puestos. Ella es mi máxima influencia y la artista musical a la
que más admiro.
(ANTONIO): Yo abogo por ir eliminando
paulatinamente la separación entre sexos a la hora de dar una noticia o hablar
del trabajo de un artista. El mundo no se divide entre hombres y mujeres, sino
entre personas listas y personas tontas. Guapos y feos, buenos y gilipollas.
Afortunados y desafortunados. Y a tomar por culo las pollas y los coños.
(GLORIA): Ahí te has venido arriba. (Risas).
Debo
preguntar, ¿quién cocina en casa?
(ANTONIO): La cocinera del Blanca Paloma. (Risas).Es un bar alucinante cerca de
Argüelles. Las raciones que dan allí son descomunales, con dos cervezas te das
por comido y lo que haga falta. Un saludo a los del bar, y espero hacerles
publicidad con esto porque la verdad es que están salvando nuestras vidas. (Risas). Normalmente cocina Gloria.
(GLORIA): Sí, siempre me ha gustado
cocinar, aunque Antonio prefiera el Blanca Paloma. (Risas). No sé, es como si no tuviera que cocinar por ser feminista
o algo. Que no sé si lo soy, da igual. Las etiquetas y generalizaciones no
sirven para nada.
(ANTONIO): Gloria puede enorgullecerse de
saber cocinar porque lo hace muy bien, esa es la verdad. Lo que pasa es que
estamos mucho tiempo fuera de casa y nos toca comer por ahí. Menos mal que
Madrid es Madrid y es como es. Ah, quisiera mandar también un saludo a la
cocina del bar El tigre porque hacen una contribución incalculable a nuestra
felicidad. (Risas).
Antonio,
gran parte de tu discografía tiene ese aire inconfundible a cantautor
atormentado. ¿Temes convertirte en algo nuevo, ahora que eres feliz?
(ANTONIO): (Medita largamente la respuesta) Pero es que eso va implícito en mi
personalidad. Cuando estoy en un buen momento es natural que me salgan
canciones más alegres o enérgicas, pero yo sigo siendo yo y me sigo deprimiendo
diez veces al día. Esa amargura siempre estará ahí, y es lo que se refleja en
mi música. No me veo componiendo discos enteros llenos de letras felices, ni
falta que hace.
(GLORIA): Además la felicidad es variable
incluso aunque tengas una vida estable. Las relaciones están llenas de
infiernos y a veces pueden ser peores que la soledad. Eso tiene un punto bueno,
y es ser una mina inagotable de inspiración. Como ya he dicho antes, es nuestro
trabajo.
(ANTONIO): Todos los imperios terminan
cayendo. Y no quiero decir nada con esto. Si se va Gloria yo me muero, tal
cual. Es como lo siento ahora mismo. La relación es una lucha constante por ser
mejor que la rutina y mantener vivo el fuego, por muy rancio que suene. Yo
puedo escribir canciones, pero no ser mejor que otros. Mi tiempo a su lado
durará hasta que llegue alguien mejor, porque al fin y al cabo son ellas las
que eligen.
(GLORIA): Bueno, bueno. (Ríe). Tampoco te pongas tan dramático.
(ANTONIO): No, Gloria, es tal cual lo
siento. Lo que quiero decir es que las canciones te salen de una forma u de
otra depende tu estado de ánimo, y desde hace un tiempo sólo me sale escribir
sobre Gloria. Y perdona, que he hablado demasiado. No hace falta que publiquéis
todo esto en la entrevista, chicos. (Risas)
Descuida. ¿Quién escribe las canciones de amor que más os gustan?
(ANTONIO): Para no estar soltando nombres
hasta mañana, hoy te diré que Magnetic Fields. Ahí tienes su disco 69 Love Songs que es exactamente eso, 69
canciones de amor todas diferentes y buenísimas. Algún día me pondré a hacer un
proyecto como ese.
(GLORIA): Hoy, ayer y siempre, Javier
Aramburu e Iñaki Gametxogoikoetxea, o lo que es lo mismo, Family. Grabaron los
cuarenta minutos más delicados y misteriosos del pop en castellano. Yo ya tenía
25 años cuando salió “Un soplo en el corazón”,
y ya había grabado discos. Pero ese disco me tocó directamente al corazón,
valga la redundancia, y me hizo replantearme muchas cosas sobre la música y la
capacidad de transmitir sentimientos con ella.
(ANTONIO): Yo tenía 19 y aun no había
grabado nada. Pero si lo hubiera hecho, tras escuchar ese disco hubiera corrido
a destrozar las cintas. Me hubiera dado vergüenza tan solo intentar cohabitar
en el mismo universo que tales autores. Es que joder, hay versos que son para
dedicarles una plaza en cada ciudad de España. Por ejemplo, el que abre el
disco: “Miramos aburridos por el
ventanal/para inventar otra vida en la misma ciudad”. Eso lo tarareaba yo
cada vez que viajaba de Gijón a Madrid, y ya hace unos cuantos años. Es
acojonante, pasa el tiempo y esas canciones siguen dentro de ti. Son los
mejores.
(GLORIA): Creo que esa melancolía y tanto
gusto por la playa y el mar difícilmente pudiera haber surgido en otro sitio
que no fuese San Sebastián. Tal y como veo yo a Family, es como si hubiesen
naufragado en una pequeña isla en el océano y allí se hubieran aislado de todo
el mal y oscuridad del mundo para crear una música llena de bondad y
pensamientos agradables. Como mensaje al ser humano. Totalmente atemporal, como
el amor verdadero. Creo que la concepción que ellos tenían era la correcta.
Nos
habéis contado cosas muy interesantes. Para finalizar la entrevista, me
gustaría saber vuestros planes para el futuro.
(ANTONIO): Hijos. Muchos hijos. Toneladas
de hijos. Y pegar un pelotazo urbanístico para ser millonarios de una santa
vez, que de la música sólo se vive si tocas en los Rolling Stones o algo, joder
ya. (Risas).
(GLORIA): No, por Dios, no. (Más risas).
(ANTONIO): Aparte de eso pretendemos seguir
teniendo la misma figura y pintas, que la edad ya va pasando aunque no nos
demos cuenta, y la dolce vita que nos
estamos pegando aquí en Madrid nos va a pasar factura. Y luego el público no
nos quiere. Bueno, a Gloria sí, que ya tiene cuarenta y sigue estando perfecta.
(GLORIA): No es para tanto, no es para
tanto. Volviendo a la pregunta, estamos a medias en el proceso de atar una gira
por teatros, que nos apetece mucho, y también anda por ahí la posibilidad de
tocar en Sudamérica unas cuantas fechas. Esto es el sueño de toda una vida,
tenemos muchas ganas de conocer todo aquello.
Eso
sí que es una exclusiva.
(ANTONIO): Ya te digo. El sueño de mi vida
es conocer Perú, por culpa de Tintín y “El templo del sol”. (Risas). En serio, es el mejor álbum de
todos y quiero grabar un disco en directo allí y titularlo igual. (Risas). Y por lo demás, seguir
componiendo canciones que expresen lo que somos mientras sigamos siendo
alguien. Seguir explorando las posibilidades de la lírica y todo eso, ya sabes.
A nosotros veintiocho caracteres se nos quedan cortos.
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